sábado, 11 de febrero de 2012

Orientarse

Tiergarten

Importa poco no saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje. Los rótulos de las calles deben entonces hablar al que va errando como el crujir de las ramas secas y las callejuelas de los barrios céntricos reflejarle las horas del día tan claramente como las hondonadas del monte. Este arte lo aprendí tarde, cumpliéndose así el sueño del que los laberintos sobre el papel secante de mis cuadernos fueron los primeros rastros. No, no los primeros, pues antes hubo uno que ha perdurado. El camino a este laberinto, que no carecía de su Ariadna, iba por el Puente de Bendler, cuyo suave arco significaba para mí la primera ladera.

Walter Bejamin, Infancia en Berlin hacia 1900.


Hoy, 112 años después, el parque es algo así:

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